jueves, 25 de abril de 2013

Salsa de tomate encantado

Una salsa que hará las delicias de príncipes, princesas y sapos (tanto monárquicos como republicanos). Los niños disfrutarán como enanos pelando tomates. En cuanto a vosotros... Bueno, el resultado final compensa el estado en que quedará vuestra pica después de que los niños la hayan utilizado (sed prudentes y organizad la "operación piel fuera" en el fregadero... Ni se os ocurra intentarlo en la mesa de la cocina o la encimera). 

Ingredientes:

Unos 2 kilos de tomates muy, pero que muy maduros + un manojo de albahaca + tres ajos + aceite de oliva + sal y pimienta.

Elaboración:

1. Poned a hervir una cazuela con agua para escaldar los tomates. Lavad y retirad el pedúnculo a los tomates y hacedles un cortecito en forma de cruz. En cuanto rompa a hervir, echad en la cazuela los tomates y dejad que hiervan a todo gas durante un minuto. Retirad del agua hirviendo y enfriad rápidamente.

2. En este punto, requerid la ayuda de vuestros esforzados retoños: ellos se encargarán de pelar todos los tomates. La operación es sencilla, no requiere el uso de ningún instrumento, pero puede provocar daños colaterales. Según mi propia experiencia, los efectos secundarios más frecuentes son: (I) peleas entre hermanos asociadas al desigual reparto en los tomates a pelar  y (II) pepitas y restos de piel de tomates en las paredes, ropa, etc., etc.

3. Trocead los tomates y majad los ajos. Calentad un buen chorro de aceite en una sartén (si os echan un cable con esto los niños, siempre con el fuego apagado), Echad los ajos y los tomates troceados y dejad que cuezan a fuego lento unas tres horas, removiendo de vez en cuando.

4. Cuando la salsa esté casi lista, salpimentad al gusto (si quedara ácida podéis añadir una cucharadita de azúcar) y añadid la albahaca. Dejad que cueza todo otros 15 minutos y reservad.

5. Pasad todo por un pasapurés. De esto pueden encargarse los niños mayores (sabed que el nivel de manchas es inversamente proporcional a la edad del pequeño chef y está, en cambio, directamente relacionado con el entusiasmo con el que el muchacho en cuestión le dé a la manivela).

Uso y disfrute:

Puede comerse a cucharadas. Con pasta. Con un buen arroz (mejor si es a la cubana, acompañado de huevo frito y plátano). En formato pizza, empanadilla... ¿He mencionado ya lo de las cucharadas? Qué placer...
Congelad la que no utilicéis en tuppers o bolsas con cierre zip pequeños y tendréis siempre raciones individuales (o para dos) listas para utilizar en un momento.

Dudas existenciales:

Si no tenéis ni idea de qué es un pasapurés, podéis echar un vistazo aquí: 
(No tenéis excusa. Los venden en cualquier sitio mínimamente surtido... Desde IKEA hasta un todo a cien, pasando por súper e hipermercados al uso).

En cuanto a lo de "majar los ajos", es bastante sencillo: dadle un buen golpe al diente de ajo con el filo de un cuchillo (plano).

Si os estáis preguntando porqué liaros la manta a la cabeza y preparar vuestra propia salsa de tomate cuando podéis encontrar salsas ya preparadas listas para utilizar, bla, bla, bla...

- Porque el sabor de una salsa casera es inimitable, inigualable y delicioso. Está tan rica que no necesitáis añadirle glutamato ni aromas, como sucede con las salsas industriales.
- Porque el consumo de salsas industriales contribuye al abuso de sodio en nuestra dieta y, sobre todo, en la dieta de los niños. Un ejemplo: 100 gramos de tomate Solís aportan el 17% de la cantidad diaria recomendada de sodio para un adulto... Y una tercera parte de la cantidad diaria recomendada de sodio para niños de 4 a 8 años... Y casi la mitad de dicha cantidad para niños de 1 a 3 años... 
- Porque en casa, además de controlar la cantidad de sal con que cocináis, podéis utilizar aceites de calidad... No como sucede con la mayoría de salsas industriales.
- Porque la textura de vuestra salsa casera, untuosa, brillante, la conseguís con cariño y paciencia... No con almidón modificado de maíz, como hacen en las cocinas industriales (un espesante).